Desde hace algunos días
los árboles se vienen vistiendo de hojas.
Los amaneceres se llenan de luz más pronto.
Los almendros y los cerezos han empezado
a llenarse de flores rosadas, fucsias y blancas, la
tierra a recibir con ternura, cada caricia
provocada por la lluvia de pétalos que
la adornan y abonan.
Una inesperada y renovada alegría se
despierta en los corazones, porque todo
tiene un aroma de ilusión.
Las puertas de las casas se abren, las
persianas se suben y dejan pasar la luz del sol,
los parques en invierno casi vacíos,
vuelven a llenarse de vida y color,
de risas, de saltos, de escucha, de
reencuentros y celebración.
El universo se une también a esta fiesta,
Marte es visible durante estas frescas noches
y Saturno inclina aún más sus anillos para
que lo podamos contemplar en la última
oscuridad de la noche. Un lucero vespertino
brilla en lo alto, es Júpiter llenándonos de su
fuerza y otro bello lucero nos anuncia el alba,
es Venus derramando amor .
La Luna y el Sol, se reencuentran y juegan
en esa inmensidad azul, para hablar con poesía,
renovar su amor y fusionarse en tres besos,
por medio tres maravillosos eclipses.
En esta estación tenemos Luna llena tres veces,
tres regalos de la más bella, brillante y
espléndida Luna. Ella se convierte en un canal
amoroso de la energía solar, acariciando nuestro
corazón, provocando en la humanidad un
despertar de esa voz interna, que sabiéndola
escuchar nos conduce al crecimiento y a la plenitud.
Es tiempo además de reflexión, es tiempo de
plasmar anhelos, es tiempo de soñar… todo invita
a preguntarse, ¿qué quiero que florezca en
mi vida? Y en un momento de contemplación
y de mirar con los ojos del alma lo que nos rodea,
permite unirse a la fiesta del florecimiento,
a la fiesta de la amada y fascinante PRIMAVERA.
Inspirada en mi estación favorita “La Primavera" porque
en mis venas corre sangre de "Guatemala", la Eterna Primavera.
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