Bendigo el haber sido
llamada a la vida con rostro,
cuerpo, corazón, alma y
sensibilidad de mujer.
En mi memoria y gratos
recuerdos de niña habitan
sentimientos llenos
de amor, belleza,
admiración y deseos
de entrega hacia un
amor platónico.
Mi amor platónico
dejó una huella enorme
en mi alma, por su sonrisa,
ternura, alegría,
trasparencia y humanidad.
Después de muchos años
de caminar por senderos
diferentes, el mes
de noviembre acercó a mi
vida el bello ser que marcó
mi inocente corazón de niña.
Un abrazo y un beso
lleno de entrega, despertó
lo que estaba dormido, quedando
mi cuerpo entero impregnado de un vibrar
lleno de ilusión y deseando volar
hacia sus brazos con libertad y
certeza infinitas.
Y los deseos de mi alma
se hicieron realidad…
una noche de luna nueva en compañía
de dos luminosos luceros,
llegaste a mi vida
como un inesperado regalo.
Me entregué a ti con lo que soy,
con lo que tengo, con lo que me habita,
y confirmé que mi corazón de niña
no se equivocó, pues ha amado
desde siempre a un ser
que lleva consigo una
grandeza merecedora de
admiración y valor.
Mi interior desborda de
gratitud por haberte
tenido en mis brazos y
bañado de besos y caricias.
Te has ido pues nuestros
caminos avanzan…
y en mi corazón ha nacido el
deseo de enviarte eternamente
armonía, amor a la vida,
esperanza e ilusión renovada.
Gracias por las horas que juntos
escribimos y por los colores
que elegimos para plasmar
la belleza de sentimientos
mutuos que nos habitan.
Deseo para tu vida los suficientes
soles para que siembres belleza,
las suficientes lunas para
que como humano te renueves
Y los suficientes amaneceres
en compañía de la luz y
sabiduría divinas.
Gracias por existir
Y por ser la inspiración
De este caudal de amor.
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